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jueves, 25 de noviembre de 2010

domingo 14 de noviembre de 2010

Joh 6:1-13 Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. (2) Y una gran multitud Lo seguía, pues veían las señales (los milagros) que realizaba en los enfermos. (3) Entonces Jesús subió al monte y se sentó allí con Sus discípulos. (4) Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. (5) Cuando Jesús alzó los ojos y vio que una gran multitud venía hacia El, dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para que coman éstos?" (6) Pero decía esto para probarlo, porque El sabía lo que iba a hacer. (7) Felipe Le respondió: "Doscientos denarios (salario de 200 días) de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo." (8) Uno de Sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo a Jesús: (9) "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?" (10) "Hagan que la gente se siente," dijo Jesús. Y había mucha hierba en aquel lugar; así que se sentaron. El número de los hombres era de unos cinco mil. (11) Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que querían. (12) Cuando se saciaron, dijo a Sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada." (13) Ellos los recogieron, y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.

Hace dos semanas atrás celebramos el aniversario #108 de esta congregación. Un detalle muy importante que quiero destacar en esta mañana es que todos/as los predicadores invitados durante esta semana nos hablaron que era tiempo de que cada uno de nosotros y nosotras comenzáramos en nuestro carácter personal a dar fruto. El llamado de Dios por tanto es que nos atrevamos a dar fruto que testifique la obra que Dios está haciendo en nuestras vidas. Todo árbol puede dar fruto, no importa su edad o su constitución. Un árbol maduro o antiguo, usted le da una buena limpieza a través de un proceso de poda, el mismo comienza a renovarse y a dar fruto. Un árbol joven usted lo abona, lo riega y comienza a dar fruto. Si no hemos comenzado a dar fruto o para poder continuar dando más fruto, tenemos que entonces sembrar mas semilla, aunque no es el pasaje que consideramos hoy, Jesús enseñó a través de la parábola del sembrador que lo importante es regar la cantidad mayor de semilla, porque algunas morirán en el proceso pero otras darán fruto abundante. Todos tenemos que dar fruto, que el mismo sea visible o que se pueda recoger, ningún árbol hecha un fruto interno.
Hace un tiempo atrás mientras pastoreaba otra congregación observé algo, lo que la gente cante o proclame será su fruto o su justificación para la ausencia del mismo. Una hermanita muy querida siempre que dirigía un culto a la hora de recoger las ofrendas cantaba un coro que no me gusta ni un poquito; “tan solo es una moneda, la que traigo para ti; pero Señor te la entrego, con todo mi corazón; tu amas al dador alegre y alegre te quiero dar; aparte de la moneda, mi corazón yo te doy” además de ser un coro con un tono horriblemente fúnebre, triste, la persona que lo cantaba no diezmaba a pesar de gozar de una posición económica acomodada. Esa era su forma de justificar que no diezmaba, ella le daba a Jesús solo una moneda y su corazón, lo apoyaba con sus pasos, pero no con sus pesos.
El acto de ofrendar tiene que ser con alegría, con gozo. El diezmar es una declaración de prioridades; es decir que mi vida antes de pensar en las deudas, yo comprometo mi bolsillo con el Dios de toda provisión. Lo amo tanto que separo lo primero de mi salario para JESUS, no le doy de lo que me sobra ni doy escasamente, reconozco que todo lo que tengo proviene de Dios.
Si tu mi amado/a no has hecho parte de tu vida el acto de diezmar, dar el 10% de tu salario a la obra del Señor, te diré que te estás perdiendo una gran bendición. Te invito a que comiences a hacerlo, haz un compromiso con Dios de darle a su obra una cantidad, comienza en algún punto, te aseguro que disfrutaras de una experiencia de provisión abundante de nuestro Dios que te asombrarás. Le recuerdo las palabras del Apóstol Pablo 2Co 9:6 Pero esto digo: el que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente (con bendiciones), abundantemente (con bendiciones) también segará.

Retomando la lectura bíblica, todos conocemos la alimentación de los cinco mil. Allí hay una multitud tras Jesús, se ha hecho tarde y la gente lo ha seguido durante todo el día, por lo cual los discípulos recomiendan a Jesús que se deshaga de la gente, que la mande a sus casas ya que es muy tarde. Pero Jesús los estaba mirando con ojos de ternura y compasión como ovejas que no tienen pastor, como dice en la versión de este pasaje del evangelio de Marcos 6:34. Por lo cual ordenó a sus discípulos que le dieran de comer a esta multitud. Estos se preguntaron ¿Cómo vamos a comprar pan (lo más barato y abundante) para tanta gente? Hubiesen necesitado casi el sueldo de un año de una familia para comprar tanto pan.
Así posiblemente podemos sentirnos los creyentes de este tiempo, hay tanta gente en necesidad, no solo material, sino emocional y espiritual en nuestras comunidades, aun nuestras familias, nuestros trabajos, en fin nos sentimos impotentes, nos sentimos que no podemos con nuestras fuerzas, conocimientos, recursos ayudar a esas almas que van por la vida sin rumbo y sin pastor. Pero no podemos olvidar ni pasar por alto que Jesús nos está llamando a dar de comer a esas multitudes hambrientas y sedientas de nuestro tiempo. Ciertamente ante el reto, podemos identificarnos con los discípulos y justificar de la misma forma que no podemos lograr lo que el Señor nos pide.
Pero también en la lectura de Juan aparece otro personaje, el cual te invito a emular. Allí aparece en escena un niño pequeño según la traducción del término griego que debemos emular. Este niño dio fruto abundante.
Me imagino estar allí frente a toda esta multitud, como niño pequeño pudo haberse colado entre la gente para estar lo más cerca de Jesús que le fuera posible. Si estaba con su familia, me imagino que al escuchar a Jesús decirle a sus discípulos que alimentaran la multitud, posiblemente le dijo a su mama, “nosotros tenemos algo de comida, podemos ayudar” posiblemente su mamá le dijo: “cállate muchacho, eso es la comida para el camino, no seas presentao”.
Es conmovedor que fue el primero en moverse a misericordia por aquella multitud y decir: “tengo solo estos cinco panes y dos pescados curados en sal, pero esto puede servir para algo”. No se preocupó por lo que no tenia, sino que usó lo que tenia y lo puso en las manos de Jesús.
Sabes, posiblemente como ese niño, tú tienes en tus manos grandes tesoros que parecen pequeños. Probablemente tú piensas ¿qué podrán resolver las palabras que pueda decir?, ¿qué ayudará que le hable a otro de Jesús, si no se lo que tengo que decir? Quiero decirte que eso que tienes, en tus manos que puede ser poco, pero cuando lo pones en las manos de Jesús;
1. Provocas el mover de la mano de Dios; Jesús sentó a la multitud en la hierba, lo que nos recuerda lo que el salmo 23 dice “Jehová es mi pastor, nada…en lugares de delicados pastos me harás descansar”. Cuando pones en las manos de Jesús tus cinco panes y tus dos peces, se abre la puerta a la Gloria del Dios que puede hacer descansar a muchos/as necesitados. lo que parece imposible le toca a Jesús, lo que es posible hacer te toca a ti. También cuando haces como este niño…
2. Creas una oportunidad de encuentro con el Dios de la vida: en tus manos y mis manos lo que tenemos está limitado a lo inmediato, a lo pasajero, a lo temporero, cuando lo ponemos todo en las manos de Jesús entramos en el orden de lo eterno. ¿Cuánta de aquella gente que seguía a Jesús no tenía nada que comer cuando llegaran a sus casas? Si pones lo que tienes en las manos de Jesús lo ordinario se vuelve extraordinario, lo imposible concede una oportunidad de contemplar la Gloria de Dios. pero hay que poner lo que tenemos en las manos de Jesús, no podemos esconderlo, no podemos ser egoístas con lo que de Dios hemos recibido. Si nos atrevemos a poner tus panes y peces en las manos de Jesús
3. Jesús se encargará de aumentar tu fruto hasta que sobreabunde. Lo que es poco hoy se transforma en la abundancia de vida del Reino de Dios, lo que parecía inalcanzable se hace posible, la gloria de Dios es derramada en aquel que se atreve decir, “aquí estoy Señor, usa lo que tengo, envíame a mí”. Jesús nos enseñó que aquel que es fiel cuando tiene poco, en la abundancia de la Gloria de Dios entrará.
¿Qué tienes en tus manos? ¿Qué talentos posees y piensas que no pueden ser útiles? ¿Qué te está cohibiendo de dar fruto?
Una posible interpretación a este texto es que el milagro verdadero posiblemente no ocurrió en los elementos de la comida, sino que las personas al ver el desprendimiento de este niño y la acción de gracias de Jesús, comenzaron a sacar la comida que tenían escondidas y la pusieron también al servicio de Jesús y la comunidad de modo que sobró abundantemente.
Conocí una pastora cubana, Estrellita Castellón, quien contaba que una vez tenía solo una pequeña cantidad de arroz congrí en su casa para cenar con su hijo y llegó un grupo de misioneros a visitarle que venían del interior hacia la Habana. Como buena caribeña le ofreció de comer aunque no tenía casi nada en su casa. Todos estaban hambrientos y todos respondieron que sí. ella oró dando gracias y dice que comieron como 15 personas de una ración que no daba ni para dos, algunos repitieron y sobró mas cantidad que de la que ella había preparado.
¿Quién estará esperando por tu fruto? ¿Qué estas esperando?
Te invito a presentar tu ser a Jesús en oración en esta mañana con una petición de que el Espíritu santo de vida despierte en ti el deseo ardiente de poner toda tu vida en las manos de Jesús para que en las mismas tu vida de fruto abundante para ti y los que Dios ha puesto a tu alrededor.

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