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miércoles, 30 de junio de 2010

sobre la violencia, mi respuesta a la carta pastoral del Rvdo Edward Rivera

Pastor general y compañeras/os
Las semanas pasadas hemos visto un brote horrible de violencia contra la mujer. La realidad de nuestra sociedad nos comprime el corazón y nos llama a indignarnos con fuerza que se pueda escuchar por cada rincón de nuestra amada nación. Como Iglesia que es una representada en muchas congregaciones nos corresponde hacer algo en cada uno de nuestros entornos para hacer escuchar esta voz más allá del culto dominical. La Iglesia no puede guardar silencio ante esta ola de ataques contra la vida de mujeres, que repercute en toda la unidad familiar, la comunidad y la sociedad.
¿Por qué en mi nación que hay casi 100 iglesias por pueblo, que hay mas emisoras cristianas de radio y televisión que en cualquier otro lugar todavía existe una realidad tan denigrante y deshumanizante de violencia? La realidad es que tenemos una realidad compleja de frente que no se resuelve con solo orar. La Iglesia no puede desencarnarse del mundo, no puede proclamar una espiritualidad de fuga del mundo. Es vital el trabajo educativo, pastoral, que se acompañe con otras disciplinas de la salud mental, la sociología entre otras. Mientras estamos en este mundo, aunque no somos del mismo como enseñó Jesús, actuamos como nuestro maestro que es el genio por excelencia en la integración de disciplinas en su ministerio: dio de comer a los hambrientos, le preguntó a la mujer del pozo por sus maridos (haciéndole entender que estaba en búsqueda de la felicidad en el lugar erróneo), confrontó a los que trataban de adularlo (tienes que nacer de nuevo Nicodemo), se compadeció de la gente, ayudó a la gente a trabajar con la ansiedad (si El cuida de las aves….), le dio identidad y vocación a los que no la tenían (los haré pescadores de personas), etc.
En mi humilde opinión, este brote de violencia domestica se debe al fenómeno que denominan en inglés “copycat”, donde las personas ven una conducta y comienzan a replicarla impulsados o inspirados por la acción de otro. Tenemos que hacernos la pregunta dolorosa; ¿Cuántos hombres de nuestras congregaciones hemos pensado alguna vez violentamente contra la familia o la esposa? Quizás no hemos actuado, pero ahí está el “machismo interiorizado ”, el cual está en nuestra mente, aprendizaje, personalidad aunque lo neguemos. Aunque digamos que no somos machistas, podríamos estar aplicando conductas o reglas o acercamientos a la vida que son producto del machismo. El aprendizaje que tuvimos en nuestra crianza pudo haber dejado un vestigio de machismo en algún lugar y nos está afectando aunque no lo podamos reconocer. El machismo aunque lo neguemos puede existir en lo profundo de nuestro ser y en la vida de nuestras Iglesias.
Nuestra sociedad necesita una Iglesia que haga más que orar; una Iglesia que la oración la impulse, por la fuerza del Espíritu de la vida, a provocar crecimiento integral a su vez de sanidad integral en nuestros hermanos y hermanas. Una Iglesia que inserta los recursos que tiene en sí y los que están en la comunidad para reeducar, sanar y liberar la vida de su gente, tanto los que asistimos a la Iglesia así como los que están cerca de nuestras parroquias. Una Iglesia que más que adjudicar culpas, va a los corazones lastimados para como profetas del mensaje de Jesús declarar que Isa 61:1 El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros;
Tenemos que ser una Iglesia que transforma, no seguir los modelos triunfalistas que solo se preocupan por crecimiento que almacena cantidades de personas. Escuché una vez decir a la Dra. Yamina Apolinaris que “la Iglesia más que acomodar, está para incomodar a la gente”; refiriéndose a que nuestra labor debe provocar movimiento en las personas en ruta hacia la vida abundante, donde no debe existir el machismo y la violencia.
Gracias Pastor General por su reflexión acertadísima en ambas cartas pastorales. Mi reacción va acompañada de una oración para que nuestra denominación vuelva lo ordinario (las malas noticias) en algo extraordinario (tiempo de sanidad y transformación).
Un abrazo;

Pastor Héctor E Torres Brignoni
IEU Congregación de Villa Flores, Ponce

1 comentario:

  1. Hermano la violencia en PR ya es un problema de salud mental.
    Tienes una familia destruida, una destruccion que se da por la supuesta iluminacion de algunos sectrores.
    Hay mas de un causal y muchas son las razones.
    La solucion no es simple, ni rapida. Las soluciones van a necesitar de mucho tiempo y de cooperacion ciudadana.

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