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viernes, 2 de abril de 2010

predicacion viernes santo 2010

Joh 1:9 Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.
Joh 1:10 El estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no Lo conoció.
Joh 1:11 A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron.
Joh 1:12 Pero a todos los que Lo recibieron, les dio el derecho (el poder) de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en Su nombre,
Joh 1:13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
Joh 1:14 El Verbo (La Palabra) se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito (único) del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Mar 15:33 Cuando llegó la hora sexta (mediodía), hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena (3 p.m.).
Mar 15:34 Y a la hora novena (3 p.m.) Jesús exclamó con fuerte voz: "ELOI, ELOI, ¿LEMA SABACTANI?" que traducido significa, "DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?"
Mar 15:35 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: "Miren, está llamando a Elías."
Mar 15:36 Entonces uno corrió y empapó una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, dio a Jesús a beber, diciendo: "Dejen, veamos si Elías Lo viene a bajar."
Mar 15:37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Mar 15:38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Mar 15:39 Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: "En verdad este hombre era el Hijo de Dios."
Hoy venimos a los pies del calvario con nuestras familias a meditar en los hechos del viernes santo cuando Jesús enfrenta la realidad dura y dolorosa del calvario. Venimos a buscar un significado que nos lleve a meditar y nos dé sentido para entender la vida humana al y como es. Aunque a veces no entendemos la vida y sus designios, tenemos que vivir la misma con valentía y fe en la esperanza de las acciones amorosas de nuestro Dios para con sus hijos e hijas.
Allí esta Jesús, colgando en una cruz en el monte llamado Gólgota, un lugar donde fue llevado para que todo el mundo lo viese morir y sirviera de ejemplo para todos aquellos que pensaban desafiar al poderío romano o la autoridad del Sanedrín como representantes de Dios. El ataque al Templo que Jesús hizo, cuando entra en Jerusalén y se indigna porque habían convertido la casa de Dios en cueva de ladrones es sin duda según el relato de Marcos la razón por la cual es asesinado en el calvario. Los imperios de la tierra no cambian, una persona les molesta si le toca la fuente de sus ganancias y por tal se busca eliminar los mismos. Nuestro mundo ha visto siete años de guerra en Irak, provocados por la simple razón que Saddam Hussein, quien no era un santito, comenzó a comerciar el petróleo en euros, antes se hacía en dólares, por tanto se inventó esta desgraciada guerra de Irak donde han muerto algunos 65 puertorriqueños y quizás millones de iraquíes. Jesús entraría una vez más al edificio de las Naciones Unidas o a la Casa Blanca el día de la planificación de la guerra y hubiera formado un alboroto para denunciar que el bien de unos pocos no puede costar la muerte de muchos pobres.
La muerte es un asunto que no nos gusta pensar en la misma. Aunque decimos los cristianos que nos queremos ir al cielo, cuando la fragilidad de la muerte se asoma a nuestra vida, casi todos corremos al médico a ver cómo podemos extender la vida. Fuimos diseñados por Dios con un instinto natural de preservación de la vida. Jesús también tenía este deseo e instinto, lo decíamos el martes que antes del Calvario oró a su Padre pidiéndole que si fuese posible no tuviera que enfrentar la experiencia del Calvario.
Hoy al ver a Jesús expirar, rápido estamos pensando y mencionando que resucitó. Aunque esto es cierto, hoy nos tenemos que detener para pensar en el Jesús que muere. Quizás la muerte de Jesús nos expone a pensar qué cosas tienen que morir en nuestra vida y practicas o costumbres familiares deberíamos dejar morir para que podamos ver el poder de la cruz de Jesús transformando nuestra vida como personas y familia. Para resucitar con Cristo primero tenemos que conocer a Jesús en su muerte, tenemos que aprender a morir con Cristo en la seguridad que el Señor nos resucitará con su poder.
Allí esta Jesús, golpeado, agredido vilmente, crucificado. Su boca está cerrada y sólo pronuncia palabras de amor y perdón. La crucifixión era el instrumento de muerte e intimidación y castigo de las huestes romana más cruel y el favorito. La cruz servía para amedrentar los que se atrevían a desafiar el orden romano. Los crucificados del tiempo por lo general maldecían, gritaban, Jesús en silencio enfrenta el dolor del calvario. El Dios que se revela en el nacimiento de una virgen que celebramos en la navidad, hoy se nos revela en el Dios de una forma especial.
Lo que conocemos de Dios ha sido por iniciativa divina de acercarse al ser humano, revelarse y tener una relación amorosa con sus criaturas. Dios, a través de la historia se ha revelado al ser humano de diversas maneras siendo la encarnación la máxima expresión del amor de Dios, manifestado en la persona de Jesús de Nazaret. Según el capítulo 1 del evangelio de Juan, el verbo de Dios se encarna en la persona de Jesús como hijo unigénito para mostrarnos la luz de Padre y a su vez por la fe constituirnos hijos e hijas de Dios. Dios se hace vulnerable, como tú y como yo para mostrarnos su amor incomparable. Esto es difícil de explicar, pero el Dios que le servimos es un Dios que nos sorprende cada día con hechos concretos pero inexplicables.
De este principio de la encarnación, La Iglesia a través de sus primeros escritores proclamó a Jesús de Nazaret como Jesucristo, el hijo de Dios. Mas no podemos desconectar a Jesús de la tierra y el entorno donde habitó, camino y predicó, esto sería una idea contraria al pensamiento del Dios que nos habla San Juan. Al hablar de Jesús en el mundo en que vivimos, ¿Cómo podemos explicar la persona de Cristo? Tenemos que afirmar que en Jesús el Cristo….
• Dios entra en el escenario de la humanidad ocultando su rostro, no presentándose en forma divina, sino que a través de Jesús se revela en términos y expresiones humanas, un Dios que toca, habla, consuela, se expone, se hace vulnerable, como dirían en mi pueblo, un Dios que habla “en arroz y habichuelas”. Su encarnación es una que se da en la realidad del primer siglo de Israel. En la pobreza, en el dolor, en la explotación que sufría su pueblo, allí aparece Jesús entre los pobres, como uno de ellos. El texto en griego nos dice que Jesús era un lo que significa que Jesús era un artesano, o como diríamos en nuestros días un chivero, que hacía de todo para ganarse la vida. junto con los pescadores era de los más pobres de su sociedad. Si usted ha visto las imágenes de las películas de personas (especialmente mejicanos) paradas en una esquina esperando que alguien los contrate, posiblemente así estuviera Jesús si se hubiese nacido en nuestra sociedad contemporánea. En la persona de Jesús, Dios revela su propio ser, al depositar en Jesucristo la responsabilidad y oficio de la salvación de y para los seres humanos. “La salvación humana radica en el Dios viviente y el honor de Dios se basa en la felicidad, liberación y salvación de todos los seres humanos”. En Jesús coincide la revelación de lo divino y la manifestación de una humanidad verdadera, buena en la cual aspira Dios a que los seres humanos alcancemos la felicidad. El mensaje de Jesús centralizado en el Reino de Dios nos enseña una nueva relación liberadora entre Dios y el ser humano que supera los límites de nuestra capacidad humana. Este Reino alcanza al pobre y menesteroso para afirmar en las acciones y enseñanzas de Jesús que Dios está presente y continua activo en la historia humana en la Iglesia. El Dios que se seculariza, se desprende de su trono y Corona, se contamina con la encarnación, anticipa aquí y ahora la salvación del ser humano como acción de Dios a través de Jesucristo. por otro lado, podemos afirmar que…
• La muerte de Jesús nos expone a la respuesta de Dios al sufrimiento humano. ¿Dónde está Dios cuando sufrimos? ¿Dónde está Dios cuando nos sentimos solos y solas? ¿Dónde está Dios cuando llega el momento difícil? Esta es la pregunta de muchas personas. muchas/os piensan que Dios no les entiende y no se ocupa de los que sufren. El Clavario de Jesús nos pone de frente al Dios de la vida, quien nos dice que Dios se solidarizó (se hizo parte, metió su mano) en la experiencia del dolor humano. Dios sufrió y todavía sufre junto a sus hijos e hijas en la persona de Jesús de Nazaret, lo cual ciertamente no nos exime que enfrentemos dolor o angustia en nuestra vida o por los nuestros. Pero a través del calvario nos dice que Dios nos entiende y nos acompaña para que nunca estemos solos y solas. El entiende nuestro dolor y prometió acompañarnos para transformar la experiencia de dolor en una experiencia redentora. Madre y padre que me escuchas, no hay nadie que entienda tu preocupación por tus hijos e hijas que un Padre celestial que ve a su hijo morir para darnos vida. tu familia es importante para Dios, por tanto podemos ver al…
• Dios enfrenta la noche obscura del calvario en la persona de Jesús. La muerte de Jesús es la expresión histórica e contundente del amor de Dios y del carácter incondicional de su proclamación y estilo de vida como hijo de Dios. como sus hijos/as pasamos momentos de dolor, noches angustiosas, nos enfrentamos a retos que pensamos que no podremos sobrepasar. Allí está Jesús contigo, acompañándote cuando la vida se torna difícil, el Calvario es esa expresión de su amor. Su muerte afirma su carácter mediador, como aquel que paga el precio del pecado de la humanidad. La cruz se opone a la idea del mesías triunfal: el Jesús rechazado y crucificado es el mesías radical que camina entre los pobres, los rechazados y los impuros convirtiéndose en uno de ellos. Consciente de su misión, Jesús relaciona su muerte con la venida del Reino de Dios. Su cruz anuncia que Dios se halla presente en la vida humana más allá del umbral de la muerte. Ahí escuchamos el eco de la voz del centurión romano exclamar ante el Jesús que expira “verdaderamente, este es el hijo de Dios”.
Por tanto, afirmamos como en el prologo joánico, el verbo que se encarna nos manifiesta su amor a través del mensaje del Reino de Dios, nos redime con su muerte de cruz y nos da vida por su resurrección. El amor de Dios por sus criaturas es tan intenso, apasionado que lleva al Dios creador a fundirse con sus hijos e hijas. Podemos afirmar al ver ese amor como un himno evangélico que cantaremos ahora que llega la época de Adviento: “tu dejaste tu trono y corona por mí, al venir a Belén a nacer…. Por lo cual hoy les invito a abrir sus corazones para que Jesucristo el hijo de Dios vuelva a nacer en cada una de nuestras vidas. Allí en el pesebre, junto al Calvario o frente a la tumba vacía les invito a que exclamemos a una sola voz; “a la verdad que este es el hijo de Dios”
Para poder llegar a la resurrección, tenemos que enfrentar nuestro Calvario, para afirmar como el apóstol llegó a decir: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

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